Ante la ocurrencia de eventos de remoción en masa generados por lluvias, sismos o la misma intervención del hombre que constituyen causa frecuente en la afectación de la infraestructura de las obras del país y el riesgo para las personas, se requieren estrategias que nos aproximen a una mejor prevención del desastre. La dificultad de lograr este objetivo radica en que si no se tiene claridad en el alcance de lo que se quiere medir no es posible definir el método más efectivo a utilizar. Por tanto, se hace necesario medir para determinar, con criterio preventivo, ya sea cuándo se van a presentar dichos eventos o cuando estos se vienen dando en el tiempo, aunque los mismos no hayan llegado a la condición de falla.
En este sentido, la topografía concebida de manera apropiada constituye una herramienta fundamental en la observación del comportamiento del terreno objeto de estudio, la cual puede ser validada con otras técnicas de monitoreo. Para esto es necesario tener en cuenta tres aspectos relevantes: El primero, el planteamiento de una hipótesis sobre el comportamiento del evento. El segundo se refiere a la definición de una línea base y su consecuente medición continua para construir la historia de cierto fenómeno. Finalmente, el tercero, es la necesidad de establecer la escala en la cual se quiere realizar las mediciones.
Lo anterior se justifica si se tiene en cuenta que, para intentar determinar la ocurrencia de eventos de inestabilidad, es necesario conocer el contexto regional, local y puntual dependiendo del elemento vulnerable. Este concepto se validará a partir de unos ejemplos prácticos, precisamente nuestra experiencia, que determinan la importancia del monitoreo topográfico en la detección temprana de eventos de remoción en masa. Con tal finalidad, acudiremos a Imágenes de dron en el tiempo, los mojones y inclinómetros y a casos específicos como Limoncito, Quebrada seca y Cortinas.